Altagracia (© María del Carmen Silva)
Una buena amiga y excelente videasta y fotógrafa,
dedicada sobre todo a la fotografía documental, argentina de origen pero
residente desde hace varios años en República Dominicana, expone por estos días
en la galería Artistas del Desierto
de Palm Springs, California, EE.UU.
María del Carmen Silva ha armado una muestra con
11 obras en gran formato, toma directa en blanco y negro, de mujeres dominicanas
que posan en sus ámbitos cotidianos y nos muestran, desde allí, su vivir y su
lucha cotidiana.
A continuación, transcribo el comentario que
sobre esta muestra ha escrito el museólogo y curador argentino Fabián Birbe.
“La fotografía es, antes que nada, una manera de
mirar. No es la mirada misma.”
Susan Sontag
Este trabajo fotográfico de María del Carmen Silva es,
fundamentalmente, un registro documental, entre antropológico y sociológico, de
un sector de la sociedad que en muchos lugares del mundo se halla invisibilizado.
Muchas veces ex profeso. Porque molesta, porque duele, porque no importa… allí
la mirada de María se posa, ve y da testimonio sobre lo que la gran mayoría
miramos sin ver.
Dos ejes comunes cruzan estas once
imágenes. La cuestión de género es el principal. Sus protagonistas son mujeres,
de diferentes edades pero con una común pertenencia a una clase social. Posan en sus ambientes
cotidianos, miran fijamente a la lente reclamando desde la mirada a la vez que
buscan contención, una respuesta a una situación que se niegan a aceptarla como
real, aunque la sufran ellas y sus hijos. El otro elemento común es la apelación
al halo de veracidad que se esconde tras la dicotomía lumínica del blanco y
negro. Sí, la imagen en blanco y negro potencia, da rigor y concita
mayoritariamente esa atención que la imagen color, acaso por cotidianeidad, no
logra alcanzar cuando de testimoniar se trata.
En la obra de María se hace carne el
pensamiento de Fred Mc Cullin: “la
fotografía no puede cambiar la realidad pero si puede mostrarla” y consecuente,
narra a dos tonos la desazón, el dolor y las preguntas diarias (sin respuestas)
de estas mujeres invisibilizadas socialmente. Pero también revela su particular
manera de mirar a estas dominicanas, que bien podrían tratarse de otras mujeres
en situaciones similares alrededor del mundo; quizás en Oriente, quizás en
África, quizás en su San Lorenzo natal, polo industrial argentino de profundas
desigualdades; y es allí donde se conecta con la rebelión y el futuro latente captado
en la sonrisa de una niña en uno de los lugares más contaminados del mundo. Y
en ese momento es donde reinterpreta la frase de Mc Cullin y la fotografía
surge como una herramienta que muestra la realidad para hacernos consciente de
la necesidad de transformarla.
© Fabian Birbe